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La Inevitable privatización de la Defensa


Hace ya un tiempo que la privatización de los servicios de seguridad y defensa es uno de los temas empleados cada vez más comúnmente al hablar de Geoestrategias, creo no equivocarme en que la rueda para este nuevo tipo de actores que hasta ahora habían aparecido de forma muy puntual pero llamativa especialmente en las regiones inestables de Africa, formados por personal con un pasado militar o simplemente aventureros tirados a más, que intercambiaban sus conocimientos por dinero, ese “mercenario sanguinario“ como gusta retratarlos a todos aquellos pacifistas y buscadores de historias exóticas que atraiga la atención de lectores moralistas con la necesidad de buscar culpables en la falta de moral que supone matar y dejar que te maten…no por tus creencias o ideología, por esto esta mas justificado matar parece ser…. si no por el “maldito dinero”…mientras que intentan cambiar el mundo…pidiendo otra ronda de cervezas y viendo los toros desde la tribuna, como si su salario recibido por ser una pieza mas del sistema no fuera otra forma de pago o retribución a cambio de hacer algo.

Fue allá a finales de la década de los 80, con la caída del Muro de Berlin cuando la estampida de miembros muy especializados de unidades y organizaciones de inteligencia y seguridad sovieticos, ante el planteamiento de un nuevo escenario mundial en el que claramente el cambio politico global en términos de seguridad los dejaba fuera de lugar pero que al mismo tiempo su conocimiento y experiencia en ciertas areas, ofrecieron un campo lleno de oportunidades, viendo claramente que el sector privado marcaría el pulso mundial, los estados de debilitaban y las corporaciones tutelarían a los mismos y marcarían sus agendas.

Las corporaciones ven el escenario global, no en términos politicos, si no económicos y para ello qué mejor que controlar el riesgo y las amenazas.

Desde entonces, los ejércitos de los estados occidentales han evolucionado, de estar preparados para luchar en las planicies alemanas contra una invasión soviética, a encontrarse con la necesidad de intervenir cada vez más con rapidez en lugares imprevistos, por lo que parte de ese esfuerzo recayó en empresas privadas que por flexibilidad y rapidez con la que se maneja este sector, así como la limitación del “impacto social” y por tanto el “riesgo politico” que conlleva, al no implicar soldados gubernamentales oficialmente, pasan a ser consideradas a día de hoy una rama mas de las Fuerzas Armadas ( Aire, Tierra, Armada/Marines…y Contratistas) haciendo que formen parte de las estructuras de defensa de algunos países, que encuentran en ellos una herramienta eficaz.  

Se suele relacionar este asunto con las actuaciones desarrolladas por los USA  especialmente tras la externalización de servicios que comenzó con la era Clinton, pero se trataba inevitablemente de una acción de emergencia que permitió a estos nuevos actores privados aparecer en el panorama internacional, tan solo era una cuestión de tiempo su aparición, ya que es la propia histórica la que nos vuelve a recordar que desde gobiernos locales a las multinacionales desarrollaban su propia agenda política internacional a espaldas de los estados.

Más aún cuando por la debilidad de ciertos estados  que dependían de el desinterés inicial de las súper-potencias para su existencia y que con el fin de la Guerra Fría, la falta de tutela de las mismas, llevaron por ejemplo, al colapso de países como Somalia o Liberia, o dejaron a empresas al cargo de su propia seguridad en lugares como Nigeria o Angola.

En los Congresos de Defensa en España surge con frecuencia el asunto de las Empresas Militares Privadas (PMC en inglés) en boca de expertos de las Fuerzas Armadas ( principalmente ex oficiales de las mismas ) que suelen emplear las mismas definiciones sobre estas empresas que utiliza la prensa generalista…como “este fenómeno de las PMCs son un fenómeno exclusivo de los USA y que no ha demostrado ser que las mismas hayan supuesto una mejora económica en los presupuestos de los conflictos y que su falta de regularización solo con lleva problemas legales”, lo cierto es que es un tema pendiente de debatir en España, ya que la evolución de los conflictos ( véanse el caso de Ucrania, por ejemplo ) y la falta de rigor de lo que se transmite por los responsables de Defensa y lo que podemos saber sobre experiencias, materiales y doctrinas de Fuerzas combatiendo durante los últimos 20 años, difiere totalmente de lo que se comparte en medios como Internet y donde queda patente que la evolución e innovación de los conflictos que han desarrollado otros países, demostrando una buena capacidad para aprender y rectificar sobre la marcha, claramente demuestra que en España, donde las Fuerzas Armadas llevan años solicitando un mayor presupuesto para la adquisicion urgente de materiales que nos evite llegar a un escenario como el vivido en Ucrania, esto nos lleva a pensar si realmente hay alguien en este país que este pendiente de lo que esta pasando fuera?

Es por ello por lo que deberíamos comenzar a estudiar sinceramente la externalización de ciertos servicios operativos de apoyo al combate, ya que esta quedando bastante claro que la evolución de los escenarios bélicos actuales, nos han superado, ya que el fenómeno de la privatización tiene otra vertiente aparte de las empresas que prestan servicios a las Fuerza Armadas y es el de empresas que prestan servicios de seguridad y combate como es el caso de Blackwater en Iraq o Wagner Group en Ucrania, por nombrar a las que todo el mundo conoce. 

En honor a la verdad, hay que admitir que pese a la constante referencia que se suele hacerse de estos contratistas privados en los medios, donde se les   presenta con el titulo de «mercenarios», la realidad es que están actuando bajo contrato de los Departamentos de Estado de sus respectivos países, eso sí, bajo las peculiares condiciones de cada uno de los escenarios donde desarrollan sus actuaciones, ya que no deja de ser, en otro grado de magnitud, una practica constante actual en la contratación de este tipo de empresas para el apoyo a las misiones desarrolladas por las Misiones Diplomáticas, empresarios, periodistas, ONG y demás actores internacionales que operan en multitud de países donde la capacidad del estado para proveer seguridad está seriamente limitada, y no solo hago referencia a países en guerra o estados fallidos, sino que desarrollan su actividad en zonas o territorios de economía conectada a los mercados globales y zonas sin ley, donde estas compañías  proporcionan y garantizan la seguridad a personas o instalaciones.

El caso Ruso 

 

Desarrollo de las PMC Rusas desde 2014 – 2020

 

Previo al conflicto en Ucrania, las empresas militares privadas (PMC) habían sido consideradas, al igual que las anglosajonas o de otros países, como actores no gubernamentales que proporcionaban servicios profesionales de seguridad y guardaespaldas, y donde sus actuaciones se limitaban a la protección de instalaciones criticas, escolta y protección de mercancías valiosas o protección VIP, pero tal y como podemos comprobar Rusia a comprendido la importancia de contar con este tipo de actores y las ha desarrollado a otro nivel, desarrollando las mismas a llevar a cabo misiones ofensivas e incluso construir una columna vertebral de un ejército de ocupación, algo que choca directamente con las leyes internacionales que rigen la actuación de estas compañías, y donde la comunidad internacional ha visto que pueden resultar ser una amenaza geoestrategica y donde a día de hoy no se ha conseguido establecer ninguna medida que pueda minimizar sus acciones en uno de los escenarios favoritos de Moscú, las Guerras Hibridas.

Moscú a elevado su ejercicio de marketing con sus PMCs, a las que les ha dado la imagen de “tropas mercenarias agresivas”, lo cual le va de maravilla a la hora de ocultar a las mismas ante las leyes internacionales, con argumentos como los siguientes: 

  • Flexibilidad. Los soldados de fortuna pueden reclutarse y ser desplegados en cualquier lugar, rápidamente.
  • Bajo costo. A pesar de un alto riesgo para su vida, los contratistas de PMC obtienen de 1.500 a 3.600 dólares al mes en la zona de guerra, dependiendo del tipo de tareas. Además, estos pagos se realizan en efectivo y se pasa por alto cualquier estado financiero.
  • Negación. Moscú puede fingir que el gobierno ruso no tiene nada que ver con las PMC rebeldes que se involucran en combate en suelo extranjero.
  • Casi ninguna responsabilidad legal. Rusia como estado no puede ser considerada legalmente responsable de lo que el Kremlin insiste en que son las acciones de los combatientes extranjeros voluntarios. Además de eso, los PMC pueden surgir y disolverse cuando sea necesario, sin dejar ninguna oportunidad de ser llevados ante los tribunales.

Con estos argumentos Rusia, desarrollo y aumento de forma rápida su presencia militar en diferentes partes del mundo, no solo en Ucrania, si no en Siria, la República Centroafricana (CAR), Sudán y Libia, entre otros lugares.

Esta forma de actuar mediante el uso de tropas irregulares en la Historia moderna rusa se lleva desarrollando inmediatamente después del colapso de la Unión Soviética, como hemos mencionado inicialmente. Ya en la década de los 90 se constata sus actuaciones en Yugoslavia y Moldavia (Transnistria), y tuvieron un rol más destacado en la ocupación de Georgia.

Fue en el 2012, cuando Putin, primer ministro de Rusia en ese momento, fomento la idea de crear una red de PMC rusos para que operaran en el extranjero, como una herramienta para implementar los intereses nacionales  rusos sin la participación directa del estado, y que los ha llevado a convertirlos hoy en día en uno de los principales actores de la política exterior rusa, así como en una amenaza para el orden mundial.

Las funciones que les son asignadas por el Kremlin a estas compañías son las siguientes:

  • Desarrollar operaciones en una zona de combate de un conflicto ya en curso
  • Provocar y comenzar un nuevo conflicto armado (como sucedió en el este de Ucrania)
  • Crear una organización afiliada en el extranjero y capacitar a sus miembros, para que puedan manejar una de las dos tareas anteriores.

Estas operaciones de carácter ofensivo fuera del territorio ruso, según indican los medios especializados, son 11.

La organización mercenaria más larga que existe son los cosacos, que se han estado moviendo de una zona de guerra a otra desde 1992, cuando participaron por primera vez en el conflicto armado en Moldavia (Transnistria). Ahora, 27 años después, siguen siendo muy activos. Osetia del Sur, Crimea y Donbas estaban entre sus últimos destinos, pero esta compañía a ido perdiendo espacio por la entrada de otras empresas como MAR, E.N.O.T. Corp., Wagner Group y Patriot.

Una de los mejores ejemplos que vincularían a estas empresas con el Kremlin , y que demostraría que no actúan sin la aprobación directa del mismo, es el hecho de que operan con armamento pesado tales como obuses, IFV y MBT, algo muy sorprendente ya que es material perteneciente a las Fuerzas Armadas Rusas, esto no podría ser de otra manera sino recibieran ayuda directa del gobierno. 

Los casos más notorios de dicha asistencia se refieren al Grupo Wagner, hemos visto cómo su líder ( Yevgueni Prigozhin ) aparece regularmente exigiendo material y equipo a las Fuerzas Armadas Rusas para continuar con sus campañas en Ucrania.

Esta extraña práctica del Ministerio de Defensa ruso de compartir equipo militar con lo que se proclama que es una empresa militar privada no es el único vínculo que los conecta. Numerosos informes afirman que la base de entrenamiento principal del Grupo Wagner se encuentra en la aldea de Molkino, Krai de Krasnodar (Rusia), justo al lado de la unidad militar 51532 que pertenece a la 10a Brigada de Fuerzas Especiales de Rusia de la Dirección Principal de Inteligencia de Rusia (GRU) Los lugareños dicen que esta instalación con acceso restringido ha estado preparando a los mercenarios de Wagner para las operaciones de combate en Ucrania, Siria y, más recientemente, en África. El sitio ha estado en funcionamiento durante los últimos 5 años, y esta proximidad de escuadrones de mercenarios ilegales no parece molestar al Comando de la 10a Brigada, a los agentes de la ley, a las autoridades del gobierno local o a los funcionarios del Ministerio de Defensa rusos.

A pesar de todo el Kremlin sigue desvinculándose sobre el apoyo al combate que da a dichas empresas.

Geoestrategicamente hablando, Rusia está en plena campaña para aumentar su presencia en Oriente Medio y África, intentando volver a consolidar la recuperación de un dominio perdido en los estados postsoviéticos, pero desgraciadamente para ellos, la economía mundial no es favorable para dichos intereses, ya que ahora se dependen de otros recursos. El Kremlin necesitan más dinero, pero la Rusia corrupta e ineficiente no puede generar suficientes ganancias, para mantener el estilo de vida de tantos oligarcas.

Es por ello que estas compañías no solo tienen que lograr ciertos objetivos geopolíticos establecidos por el Kremlin, sino que también deben obtener ganancias. Es una forma especial de negocio: los ciudadanos rusos normales pueden perder dinero, pero el Kremlin y sus oligarcas siempre ganan.

La táctica rusa de emplear a sus PMC para apoyar a sus ejércitos en misiones  de envergadura coincide con los manuales de operaciones sovieticos, ya que les proveen de la pantalla adecuada para evitar sus responsabilidades ante la justicia Internacional ya que al ser «actores no estatales», el Kremlin puede  realizar tantas acciones como sea posible antes de que la ONU, otras organizaciones internacionales o la comunidad mundial en general puedan generar cualquier respuesta.

Esta doble moral desarrollad por las PMC rusas siguiendo las directrices del Kremlin pretenden: 

  • Demostrar un aumento en la cantidad y la calidad
  • Expandir rápidamente sus capacidades.
  • Aumentar su influencia en las regiones de expansión
  • Estirar sus presupuestos y obtener más fondos de fuentes encubiertas gubernamentales y no gubernamentales.

De esta forma el Kremlin perpetua su ejército de ocupación para seguir aumentando su presencia en nuevos escenarios.

 

Autor del artículo

David Morales

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