Mali

Ayuda de la Unión Europea a Malí para detener el terrorismo yihadista

Mali o Malí, cuyo nombre completo es República de Mali. Está situado en África Occidental y es el octavo país más extenso de África. Limita al norte con Argelia, al este con Níger, al oeste con Mauritania y Senegal, y al sur con Costa de Marfil, Guinea y Burkina Faso.

¿Por qué es tan importante Mali?

En agosto pasado, el Ejército de Mali arrestó al presidente y al primer ministro del país, en un golpe de Estado debido a semanas de protestas desestabilizadoras.

Las causas que provocaron esta ola de protestas y violencia fue una elección en disputa, la corrupción del Gobierno y una insurgencia islamista violenta que ha durado ocho años.

La ubicación estratégica que tiene este país, lo hace importante, por las implicaciones políticas que tiene para África occidental, el Sahel, el mundo árabe en general, la Unión Europea y Estados Unidos.

Francia se ha mantenido muy involucrada en los asuntos de Mali, su antigua colonia, décadas después de que Mali obtuviera la independencia. Lo que se llama la Guerra Eterna de Francia en el Sahel, ya que las fuerzas francesas luchan contra los islamistas en la región.

Estados Unidos tiene asesores militares en Mali y su interés está en que Mali tenga un Gobierno estable cuyas tendencias se alineen con las de Occidente.

La inestabilidad de Mali afecta a todo el Sahel y con ello permite que los extremistas violentos se aprovechen de las poblaciones y promuevan sus objetivos, desplazando a millones de civiles.

En un golpe militar ocurrido en el año 2012, los rebeldes islamistas aprovecharon el desorden para tomar el control de grandes áreas del norte del país, algunos con vínculos con Al-Qaeda. Así fueron sometidos muchos malienses y forzados a seguir un estricto código religioso o de lo contrario se arriesgaban a sufrir castigos severos.

En ese momento interviene Francia y los rebeldes pierden el control de sus territorios. Pero eso no significó el término de la violencia, por el contrario, los grupos armados continuaron atemorizando a los civiles en el campo, hasta el día de hoy.

La violencia ya se ha extendido a través de las fronteras hacia los países vecinos de Burkina Faso y Níger. Más de 10.000 africanos occidentales han muerto y más de un millón de personas han huido de sus hogares y las fuerzas militares de Africa occidental y Francia han sufrido muchas bajas.

Después de la independencia de Mali,  se pensaba que sería un ejemplo de Gobierno democrático, y así fue por un tiempo, porque había logrado un buen historial de gobierno democrático. Pero desde el año 2012 ha pasado por muchas crisis, una tras otra.

Los factores detrás de ese golpe marcaron el destino de Mali.

Ya que es un país estratégicamente importante por su ubicación, recibe ayuda de la Unión Europea, en dinero y en capacitación militar.

La lucha contra el terrorismo no cesa.


Guardias civiles ayudan a Mali a recuperar su país, en manos de yihadistas

Cristina Lladó

Madrid, 2 nov (EFE).- Guardias civiles españoles comparten sus técnicas de lucha contra el terrorismo y seguridad de cercanía para ayudar a Mali a recuperar “pasito a pasito” terreno frente a los yihadistas que controlan tres cuartas partes del país y las rutas de tráfico de personas, armas y drogas.

Así lo explica a Efe el comandante de la Guardia Civil coordinador adjunto del programa en Bamako, Gerardo Otero, un salmantino de nacimiento y malagueño de adopción que desde hace algo más de un año está al frente del programa GARSI-Sahel en Mali, un proyecto de la UE por el que gendarmerías europeas adiestran a los gendarmes malienses en un intento por controlar la inmensa región del Sahel “paso obligado de todos los tráficos ilegales hacia Europa”.

Otero expone como “pasito a pasito se van consiguiendo cosas, se ven avances, se recupera terreno, se vuelve a cultivar la tierra y a abrir los mercados locales; después de años en manos del terrorismo y la inseguridad, poco a poco se recupera la vida”.

En Mali “hay atentados todos los días; todos los días hay muertos, emboscadas, enfrentamientos entre etnias”, explica Otero, quien calcula además que los grupos yihadistas que entraron en el país en 2012 controlan “más de la mitad del territorio; de Segou hacia el norte es todo tierra de nadie”, dice sobre una localidad a tan solo 200 kilómetros al norte de la capital.

El proyecto Garsi-Sahel, con financiación europea y gestión de la FIIAPP, ya ha entrenado y equipado a dos promociones gendarmes en Mali, Burkina Faso, Mauritania, Níger y Chad. Y, a punto de comenzar la tercera fase, ya hay varios países que han solicitado participar en el proyecto, entre ellos Costa de Marfil, Guinea Conakry y Guinea Bissau.

Se trata de crear unidades “muy móviles y robustas, bien equipadas y capaces de actuar como fuerzas de seguridad y humanitaria; que estén muy cerca de la gente, capaces no solo de garantizar la seguridad, sino de compartir y ayudar a las poblaciones”.

Para ello, instructores especialistas de las gendarmerías europeas adiestran a los malienses en temas de lucha contra el terrorismo, detección de explosivos, control de tráficos ilícitos, supervivencia o primeros auxilios.

Otero, quien considera que “los dineros de Europa tienen que ser manejados de manera eficiente y con sentido común”, se esmera en conseguir colaboraciones con otras misiones internacionales para “sacar el mayor provecho posible a lo que ya tenemos y que está funcionando”.

Sus gendarmes reciben también instrucción en Derechos Humanos y Derechos de la Guerra y cursos de desminado apoyándose en programas de la ONU y los tiradores de élite se entrenan con los militares de la EUTM.

Además, el derecho de género aprovecha los cursos de un programa de EUCAP, la misión de la UE para mejorar la capacitación de las tropas malienses en la que “son las propias mujeres las que explican los derechos de las mujeres, y plantean debates como el de la ablación que hacen pensar a todos, es muy efectivo”.

También se va iniciando los gendarmes malienses en el cuidado y protección del medio ambiente: denuncian quemas ilegales o contaminaciones de ríos. “De momento no hemos conseguido nada -reconoce- pero se denuncia y se está al tanto y se crea conciencia de que no se pueden hacer ciertas cosas porque tienen consecuencias nefastas”.

Una vez concluido el adiestramiento, se equipa a los nuevos gendarmes con todo tipo de material: blindados, vehículos 4×4, quads, motos, armas, y equipamiento individual como chalecos antibalas, mochilas tácticas, cámaras térmicas y visores nocturnos y más.

“Todo lo necesario para ir al norte, a reabrir carreteras, asegurar poblaciones, vigilar mercados, restablecer la vida y facilitar la presencia del Estado en territorios de los que ha estado ausente por años”, detalla orgulloso.

Pero esta operación se puede “ir al carajo en dos días por problemas burocráticos”, denuncia Otero, frustrado con las nuevas exigencias del Ministerio de Hacienda para justificar los pagos a proveedores.

Desde hace unos meses, Hacienda exige ser “increíblemente minucioso” y adaptarse al milímetro a las nuevas regulaciones. Y la ley de contrataciones del sector público no se adecua al manejo de fondos europeos para proyectos en África, es imposible”, lamenta.

“En España no entienden que aquí la gente no tiene una cuenta bancaria para recibir transferencias; no tiene ordenador desde el que mandar emails y presupuestos y papeleos, que a la gente hay que pagarla ya mismo, no vale eso de 30, 60 o 90 días”, protesta.

Así, la mujer que prepara la comida diaria de los agentes no tiene una empresa, ni frigorífico, ni almacén: “Va al mercado por la mañana y compra lo que nos vaya a dar de comer ese día; hay que pagarle por adelantado, semana a semana, y eso en Madrid no lo quieren entender. Para repostar siempre en la misma gasolinera hay que hacer una licitación, y si no, hay que repostar cada día en un sitio distinto. Eso es imposible”.

“Cada pasito que damos es una pega, nos van a volver locos; la ley y los procedimientos son tan garantistas que no se puede avanzar, nos van a tumbar la misión”, exclama alarmado.

Y así, Otero se angustia sabiendo que tiene a la segunda compañía de gendarmes desplegados en el norte sin material de defensa o protección; “son carne de cañón, no van a durar un asalto y en Madrid no se quieren enterar”.

Por eso, Otero aprovechó la visita de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, quien visitó Mali la semana pasada, para contarle sus “penas y pedirle que nos eche un cable”.

“Tenemos un proyecto que funciona y nos da muy buena imagen y mejora la seguridad de todos, y se nos puede ir al traste en cuestión de semanas, lamenta esperando que sus lamentos lleguen a oídos de “Madrid antes de que sea demasiado tarde”. EFE


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